lunes, 17 de marzo de 2014

Feliz luna


                                 Foto: Justine B
Esta noche la luna llena se ha paseado por mi terraza desde que apareció hasta poco antes del amanecer, cuando Venus asomó brillante por el Este, en una persecución imposible y eterna.

Mientras que su luz concreta, redonda y luego difuminada quedaba atrapada por un tiempo sin medida en el cuerpo de mi guitarra y, como  por arte magia se dividía y multiplicaba a lo largo de todos los trastes del mástil a modo de espina dorsal luminosa, también se derramaba pero con desigual fortuna sobre otra tierra, sobre otros asuntos.

Se le calcula una edad cercana a unos 4.500 millones de años.

La pregunta sería: ¿Cuántos millones de millones de miradas tendrá guardadas en su cara oculta?

Todas las miradas la atraviesan y se quedan al otro lado, y puede que sean las miradas de lluvia las que más le llegan.

En perfecta sincronía con la madre tierra, siempre muestra la misma cara.

Alguna ¨astucia¨ se traen estas dos como para que después de tantísimas noches pobladas de un número incalculable de vidas, sigamos mirando hacia arriba, algunos con la devoción de la primera vez.

Un magnífico hechizo de quien ni siquiera tiene luz propia, pero que la utiliza como nadie.

Feliz luna llena a todos.



Escrito el 5 de Agosto de 2012.

sábado, 15 de marzo de 2014

Mis planetas.

Imaginé con mi tiralíneas mental, los planetas que más me interesaban y los puse uno detrás de otro para que vigilaran mi destino. Más tarde ellos buscaron su lugar. Después me creí el centro de mi universo, y ahora, me deslizo por el tiempo.


Y de nuevo la luna, a la que tanto debo.

domingo, 9 de marzo de 2014

Dibujo y difumino

Antes de contar historias con la música, lo hacía con el dibujo y la pintura. Hice dos años de ¨Dibujo y difumino¨, en la antigua escuela de Bellas Artes de Málaga.
Al cabo de mucho tiempo volví -por curiosidad y recreo- a retomar lo que quizá nunca tenía que haber dejado.
Nunca tuve un trazo de primera mano, siempre necesité ir perfilando lo que quería tener en el papel, pero lo que si se me daba bien era manejar el difumino y las sombras.
Este dibujo es una copia de una magnífica fotografía de la revista ¨Altaïr¨.

domingo, 2 de marzo de 2014

A la orilla de una guitarra


El misil inteligente.




El misil inteligente sale a toda hostia, cuando sobrevuela su objetivo militar, divisa un pueblo a unos 500 metros de la base; se dirige hacia las casas de adobe que se funden con la arena del desierto; se posa con suavidad en el suelo y se apaga.
Mientras que la arena se va reposando de nuevo, después del aterrizaje vertical, le salen patas y brazos con pinzas a modo de piernas y manos; al mismo tiempo, su cuerpo metálico,  se esconde bajo una chilaba y un turbante. Se le abren dos ojos luminosos y una boca de acero con dientes como puñales, tras una sonrisa inteligente. Golpea la puerta de una de las casas; sale un nativo y pega un respingo hacia atrás al ver esa cosa que hay en la entrada a las 3 de la mañana. La cosa que está ahí plantada, le pregunta (en árabe claro) con voz metálica y robótica: ¿hay militares en estas casas?
El nativo niega con un gesto, mientras que tiembla y no puede articular palabra alguna. El misil inteligente (es muy, pero que muy inteligente porque su inteligencia se nutre de un software de 3ª generación, inventado a su vez por científicos ¨very¨, pero que  ¨very¨ inteligentes),  le vuelve a preguntar:¿está seguro? El nativo asiente con la cabeza, totalmente aterrado y ya, con toda la familia detrás y con los atuendos propios de la hora que es: camisones, pijamas, chanclas (árabes, por cierto), etcétera. El misil dice: Siento haberles despertado, ¡hala! a dormir todo el mundo.
El monstruo se va, el hombre cierra la puerta; se pone a mirar por una ventana junto a los suyos, detrás de los visillos.
El misil inteligente se aleja de puntillas para no hacer ruido. Se dirige hacia a la base militar y, cuando la tiene a tiro, se le cae el disfraz; se le encojen las patas y los brazos; comienza a salir fuego por donde antes salían las patas; sube enfurecido hacia la oscuridad de la noche y, cuando ha subido un kilómetro y medio, se revuelve hacia abajo. Ahora es un misil muy cabreado, con los dientes  de acero tan abiertos  como los de un tiburón ante su presa;  la baba aceitosa que procede de sus entrañas se le escapa por la comisura de su metálica ¨boca¨.   Desciende a una velocidad endiablada, y con una furia terroríficamente fría y calculada, apunta con toda precisión al cuartel donde, finalmente cae y explota.
A lo lejos, en la silenciosa, plateada y mágica noche del desierto, se oye un estruendo inesperado, y al mismo tiempo, se ve un magnífico espectáculo de fuegos artificiales bajo las lágrimas de la luna.
Mueren 2 comandantes, 3 capitanes, 5 sargentos, 4 cabos y 50 soldados. Da la casualidad de que entre esos soldados, algunos tenían sus familias en las casas donde había estado antes el ¨amable¨ misil inteligente.
En esas casas no queda un cristal entero, ni platos ni floreros. Las puertas y ventanas están todas descuadradas; la gente del pueblo sale aterrada de sus chozas de adobe sin saber que ha ocurrido. En fin, lo normal en estos casos.
Por cierto, al abuelo de la casa escudriñada por el misil, le dio un ataque al corazón, pero eso, como todo lo anterior, son daños colaterales.
La democracia está en marcha. Este artefacto ha hecho bien su trabajo; ahora nosotros, los occidentales, podemos dormir tranquilos.

sábado, 1 de marzo de 2014

El gran momento.



El silencio es de un valor incalculable. El mejor homenaje que se le puede hacer cuando aparece es disfrutarlo sin demora. Ni siquiera la música, su eterna deudora, debe interrumpirlo. Sentir el silencio es oírlo, estar con él es placentero; para mí es más que suficiente. Después de atravesar el día de parte a parte una vez más, en esta hora magnífica, el silencio está aquí. Éste es un gran momento, es único, y sin embargo, es de una sencillez tremenda y magnética.

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